El célebre aforismo de Lacan: "No me imiten, hagan lo que yo hago", fue anticipado y sostenido tempranamente por Françoise Dolto y Maud Mannoni, las grandes protagonistas de este cuarto libro de la serie. Sin embargo, los textos fundantes del análisis de niños lacaniano, los que permiten afirmar que el psicoanálisis con niños es "uno" con el psicoanálisis, han sufrido un borramiento que se traduce actualmente en una sintomática falta de interés en esas autoras no-todas lacanianas. Los analistas lacanianos ya casi no las leen, sino superficialmente, para rápidamente manifestarse contra ellas y demostrar con aires de superioridad, de modos inequívocamente corporativos, que han sido definitivamente superadas. Así, Jenny Aubry no será conocida por su propio recorrido sino por haber sido la madre de Elizabeth Roudinesco y la destinataria de dos famosas cartas de Lacan. Así, Francoise Dolto será considerada como hereje por la doxa lacaniana, y Maud Mannoni víctima de los lugares comunes que rechazan las manifestaciones de originalidad. Freud, Lacan, los amos de las instituciones, y las exhibiciones de destreza clínica hoy alcanzan y sobran para que los analistas de niños sostengan que el análisis con niños es una práctica de pleno derecho.(?) Los nombres de Jenny Aubry, Françoise Dolto, Maud Mannoni, Rosine Lefort, Ginette Raimbault, no sólo tienen un valor histórico o anecdótico. Fueron ni más ni menos que el brazo armado de ese Lacan que Ginette Raimbault en la entrevista que cierra el libro, lamenta que se haya perdido. Ese "Lacan Lacan" que apoyó de un modo consustancial para su propia enseñanza a los analistas de niños. SF
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