El libro que el lector tiene entre sus manos está dirigido a los psicoanalistas que decidieron no retroceder ante los niños... Al mejor estilo de Freud, la obra comienza con un recorte clínico que da cuenta de un traspié. La autora parte de su propio obstáculo para construir una idea en torno de la cual escribirá un libro que, si bien tiene un final, resulta infinito. Ese obstáculo tiene nombre: fantasía de infancia. La misma habita el imaginario de los analistas, y si aparece en ese punto preciso en que deben sostener sus conceptos, su apuesta por el sujeto y el deseo, su ética ante el goce -es decir: el deseo del analista-, inevitablemente perderán de vista a su analizante para ver ante ellos tan solo a un niño. Y a ese pequeño... ¿cómo no querer salvarlo? ¿Cómo no desear para él una familia mejor, un padre que vuelva a ocupar su lugar, una madre amorosa y suficientemente buena? ¿Cómo no esperar que le vaya bien en la escuela? La revisión crítica de la fantasía de infancia que Ana Laura Prates Pacheco emprende en este libro se convierte en la condición de posibilidad para pensar el psicoanálisis con niños. El libro todo es presentado como un recorrido que desemboca en la construcción de lo infantil en la lógica de la fantasía, lo que a todas luces permite suponer que ese es el mejor lugar para lo infantil en la tesis de su autora.