Este libro no se inscribe en la serie de aquellas investigaciones que
intentan establecer lo más fidedigno de las ideas de Lacan. Tampoco
entre aquellas en las que las articulaciones lacanianas se derivan hacia
otros sectores del pensamiento aún no explorados. Menos aún en los
abundantes trabajos en los que Lacan ocupa un segundo lugar, subordinado
a un jefe de escuela o al mismo Freud. Todos ellos tienen su valor
y su interés.
Este esfuerzo tiene como propósito principal hacer avanzar la enseñanza
de Lacan. ¿Cómo hacerlo? Apostando al progreso de la doctrina
lacaniana del sujeto.
Lacan se refirió, al menos siete veces, a su teoría del sujeto como “mi
doctrina”. Conservar el término tiene sus razones. Veremos que hay doctrina del sujeto en Lacan; pero Lacan, en tanto persona, no era docrinario ni adoctrinaba.