La máquina des-escribir es un aparato ficcional tan preciso como el lenguaje, ya que apunta a su ruptura. A través de su cuidada compilación de textos podemos sostener la experiencia de estas preguntas fundamentales: ¿qué es lo que se escribe?, ¿desde dónde se escribe?, ¿quién escribe?, ¿qué escribe? Para esto se toma a autores diversos como Shakespeare, Schreber, Lispector, Duras, Pizarnik, Leiris, e incluso Philip K. Dick, por supuesto con Freud y Lacan también.
Pero este libro además tiene otro encanto, nos sorprende en la escritura que sostienen los decididos psicoanalistas. Los conceptos se arriman a lo que tienen de más real: el cuerpo, la letra, el lenguaje, tantos otros, y, desde siempre, el inconsciente, propician este entramado donde la escritura es el tono, por no decir la apuesta.
¿Se puede escribir en psicoanálisis con tal arte, desde el arte y, además, ver en el arte lo que su enseñanza nos proponga? ¿Es que no estamos en una época de psicoanalistas más sensibles y valientes a la hora de no retroceder frente a lo que no se escribe?
Si la orientación es por lo real, no habría que despreciar que la esencia del lenguaje es la ficción, y que el psicoanálisis está construido también como una ficción real.
Todas estas problemáticas –y hasta los goces expresados en este libro– tal vez nos acerquen por fin a esa tierra donde puedan trazarse Literatura y Psicoanálisis, para realizar ese sesgo práctico para vivir mejor. No cabe duda que este libro es una obra de arte y un punto de referencia al que volveremos a acudir.
Nicolás Cerruti