Y si bien es inconcebible que la vida haya podido seguir después de la shoa y de los horrores del nazismo… la vida ha seguido. Paradojalmente las películas que aquí se atraviesasn son testimonio de las paradojas de la condición humana. De esa inmensa tragedia se han hecho estas grandes películas que nos hicieron emocionar, que nos hicieron vivir… así como mucho del mejor cine español tuvo su origen y sus raíces en los aberraciones del franquismo.

Y no sólo eso…

Las tragedias (esta vez hechas películas) que atravesaremos, más allá de la intensidad emocional, y aún cuando uno siente que la vida debería haberse detenido ahí, frente a ese sinsentido, no sólo no ha sido lo único que nos ha pasado, sino que, en algún momento, se incorporaron a nuestras vidas cotidianas, se fueron haciendo parte de nosotros mismos.

Estas películas, de hecho, son una de las vías que hemos elegido para la formación de psicoanalistas. O mejor dicho, dentro de los diferentes avatares en los que la formación abreva, el cine ha sido un recurso genuino. Las películas de la shoa, en particular, nos han facilitado pensar juntos cuestiones éticas que no refieren sólo a lo que está bien y lo que está mal. Lo que se pone en juego son los principios en los que se sostiene nuestra praxis y la perspectiva de los lugares a los cuales conduce, léase lo que entendemos como fin de análisis.

Hugo Dvoskin