Un nuevo elogio de la furia nos sorprende desde El hombre sin forma de Sebastián Digirónimo. Lector, no te recomiendo más que la incomodidad. Estas páginas se abren con una exquisita prosa, y nos proponen un logrado descenso hacia el diario íntimo. Comprometido. Dado que se trata de poner en tensión la pregunta “¿Qué es el psicoanálisis?” y su imposible respuesta; pero no su articulación.
Sebastián Digirónimo diseña una escritura nueva para dialogar con los/as analistas. Lejos de lo académico, pero cerca de la maniobra intelectual, su decir no carece de erudición. Interroga que este libro ahora use la afirmación y hasta el grito para transmitir su saber. Mezcla de desesperación, hartazgo y confianza, se lanza una y otra vez para propiciar la escucha. Recupera los planteos actuales, las querellas en la comunidad analítica, los diversos conflictos sociales, hasta la prosa en las palabras arrojadas al margen por los sujetos que no captaron el potencial de su decir. Es un libro que planea entre lo social, lo público y lo íntimo. Que se subleva. Que lleva más lejos los planteos sobre: el sinthome, el goce, lo femenino, el pase, etc.
Pero, cuando regresa de todo ese clamor, sabe esperarnos, para que salgamos del último círculo del infierno, más livianos, conmocionados, y nuevamente atentos al valor de la palabra. El valor y la valía de la palabra cuando pronuncia el silencio. O, como lo dice el autor: «Porque guardo silencio, escribo».
Nicolás Cerruti
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