Después de Auschwitz y a partir de Lacan
Un hombre sueña con su analista muerto. El difunto, sentado al borde del lecho, se autorreprocha con los ojos llenos de lágrimas: “No arreglé todos sus problemas”. El soñante, que se llama Gérard Haddad, trata de calmar a su analista –que no es otro que Jacques Lacan. Este último, lanza su sentencia final: “Usted es mi hijo adoptivo”...
Ese sueño constituye el evento más decisivo de “El día que Lacan me adoptó” publicado originalmente en 2002 (Letra Viva, 2006), libro que resignificara y le diera un marco a toda la obra previa de su autor, que era amplia y muy variada. José Luis Juresa y Cristian Rodríguez, psicoanalistas argentinos, nos invitan a un recorrido que articula la vida y la obra de Gérard Haddad: ese ingeniero agrónomo devenido médico psiquiatra, traductor, talmudista y escritor; leído y considerado como un analista “periférico” del psicoanálisis.
Esta obra, que el propio Haddad califica de “ovni argentino”, no se agota en una apología del autor en cuestión, sino que lo retoma para reubicar su trabajo y los efectos de su análisis –que no fue cualquier análisis, sino uno conducido por Lacan– en los problemas que aquel abordara: el estudio del judaísmo a partir del psicoanálisis, las nuevas estructuras que los campos de exterminio nazi continúan imprimiendo en nuestras vidas a través de formaciones patológicas, el alcoholismo en las mujeres, y la tradición del libro, entre otros tantos, donde la noción de “testimonio” toma un valor central y ordenador de esa periferia entendida como un lugar particular que Gérard Haddad ocupa respecto del campo psicoanalítico.