Entre los numerosos enigmas que Freud nos ha legado, el manejo de la
transferencia es quizás uno de los más oscuros y, dada su importancia
crucial en la práctica y su indiscutible valor como operador estratégico,
merece nuestros mejores esfuerzos para intentar desentrañarlo.
A poco de andar, resulta evidente que la transferencia nos convoca en
primer lugar –como analistas– a leerla. Si pretendemos “manejarla”, es
condición primera saber “leerla”. Pero ¿acaso sabemos cómo? No es por
cierto una tarea fácil: forma parte del saber-hacer del analista, cuyos recursos
se enriquecen al ejercitarse en la interpretación, y en la lectura a la que
constantemente convoca la letra del paciente.
Freud decía que psicoanalizar es una de las tareas imposibles, junto con
educar y gobernar. Con esta tarea imposible se corresponde que también
es imposible definir exactamente qué es un psicoanalista. Personalmente
considero que hace las veces de una definición útil, con toda una serie de
consecuencias, el pensar al psicoanalista esencialmente como un lector. Hay
una lectura del texto del paciente, hay una lectura de la textura de la transferencia,
hay una lectura en la construcción del caso; el acto analítico
devendrá entonces como efecto de lectura, sancionado como tal a posteriori,
en el momento de su inscripción.
Nos proponemos en este volumen desplegar un ejercicio de lectura sobre
textos de Freud, Lacan, Arlt, y algunas viñetas clínicas. Es nuestra intención
que este texto pueda encontrarse con su lector para que le sea devuelta
su condición esencial: la incompletud.
Eduardo Urbaj
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